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El cumpleaños del maestro


Extraña celebración. Multitudes de estudiantes de la U. Nacional en la calle 26 de Bogotá y en la Universidad Pedagógica festejan algo, los transeúntes no entienden qué, mientras sostienen un fuerte combate con la policía en una gris tarde de Mayo empañada de piedras y gases. Extraña celebración, cortadores de caña llevan varios días bloqueando la entrada de un ingenio azucarero en el Valle del Cauca, sólo quieren no ser más esclavos de los monopolios más ricos de un país sudamericano llamado Colombia. Los mineros Bolivianos anuncian un paro que va a poner a temblar un gobierno. Al otro lado del globo, en Grecia, se inicia una huelga general de trabajadores con otra turbulenta movilización de 100.000 personas por las calles de Atenas. Hechos sin conexión aparente que comparten un parentesco histórico en más de un sentido: es el 5 de Mayo de 2010, se conmemoran 192 años del nacimiento de Carlos Marx, el pensador que entregó su vida y obra a la lucha de los oprimidos de todo el mundo ¿Coincidencia o predestinación? La historia es una increíble mezcla de azares desgarrados por el conjunto de sus necesidades.

No es la única coincidencia: Grecia, la cuna de la civilización occidental, parece ser ahora la mentora de su decadencia. La crisis económica Griega amenaza desde comienzos del año con llevarse al agujero al resto de Europa. El FMI y el imperialismo europeo han adelantado ya un paquete de ayudas para “estabilizar” la situación, con consecuencias nefastas para el pueblo, como el incremento de impuestos, congelación de pensiones y la reducción de salarios. La respuesta de los trabajadores ha sido la huelga general. Mientras el optimismo de la prensa burguesa se torna oscuro anunciando el posible fracaso de las medidas, España, Portugal e Italia ahogados en el desempleo son arrastrados cada vez más por la crisis griega, lo que configuraría una desestabilización generalizada en la Unión Europea, con una posible oleada revolucionaria en varios países (o continentes), algo no visto al menos desde los años 70.

Sin embargo la crisis económica actual, aun cuando es una de las más grandes que ha sufrido el capitalismo, no se ha convertido en crisis política, y de hacerlo será como las revoluciones Europeas de 1848 – 49, un turbulento despertar de la lucha de los trabajadores, sin conciencia suficiente de su poderío y destino.

El 5 de Mayo, cumpleaños de Marx, tuvo la mejor conmemoración que pudiese esperarse, la confrontación violenta al sistema social contra el que luchó toda su vida. Hoy, casi dos siglos después de su nacimiento, se ha retornado a la figura de Marx como a la de un abuelo inofensivo, un gran pensador lleno de ideas geniales y maravillosas distorsionadas por las taras ideológicas de algunos fanáticos, un erudito que fumaba apaciblemente en su biblioteca. Pero ese no fue Marx. A veces se habla del “primer” y del “segundo” Marx, a veces del “joven” y del “viejo”, a veces del “filósofo” y otras del “economista”. Todo el actual interés por Marx va anclado a un cretinismo académico que oculta el que tal vez fuera el principal aspecto de su vida y obra; nada, absolutamente nada tiene sentido en el pensamiento de Carlos Marx separado de su elemento más polémico, de su característica más odiada: su grandioso espíritu revolucionario. Imposible separar sus obras económicas de las huelgas en las fábricas y las batallas contra los capitalistas, imposible entender sus escritos políticos sin imaginarlo preparando reuniones, panfletos, manifiestos contra los estados, los reyes y los tiranos, imposible pensar la historia sin la lucha de clases, imposible entender a Marx como un filósofo que contempla el mundo; pensar con Marx es entender y participar dentro de la transformación, confiar en uno de sus conceptos más atacados y controvertidos: la violencia revolucionaria.

Como ambientación al cumpleaños de Marx, el sistema capitalista vive – en palabras de un reaccionario biógrafo francés suyo – una increíble confirmación de sus teorías sobre bases nuevas y circunstancias que ni el propio Marx imaginara: la crisis económica generalizada, la globalización y creación de un mercado mundial, la concentración de capitales en pocas manos con la consiguiente precarización en regiones enteras del globo, la tecnificación e industrialización acelerada en todas las ramas de la producción. Conocida paradoja del capitalismo donde progreso y riqueza son sinónimo de desastre, irracionalidad y miseria.


Muchos azares y una sola necesidad: la revolución.


Sólo hace falta la revolución que Marx soñó, el derrumbe del sistema capitalista. Estos dos siglos de historia han confirmado que no va a caer por sí mismo, necesita ser enterrado, merece ser destruido por la acción consciente de quienes no nos resignamos a vivir en el peor de los mundos posibles. Esa es la tarea que nos corresponde a nosotros, como nos enseñó Marx. Feliz cumpleaños maestro.

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