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Nuevo Ministerio de Educación: ¿peor de lo mismo?

Álvaro Morales Sánchez, Editorial Programa Tribuna Magisterial,

Agosto 1º de 2010

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Hemos afirmado en estas notas editoriales que el nuevo presidente de Colombia, Juan Manuel Santos, y su ministro de Hacienda, Juan Carlos Echeverri, como impulsores de la aprobación en el Congreso de la República del Acto Legislativo 01 del año 2001, cuando se desempeñaban como ministro de Hacienda y Director de Planeación Nacional del gobierno de Andrés Pastrana, son los progenitores de la política educativa que impusieron Álvaro Uribe y Cecilia María Vélez a lo largo de ocho años. Esta política tiene dentro de sus objetivos centrales el de poner a la educación al servicio de los intereses de las grandes corporaciones que tienen el control de la sociedad en el moderno mundo de la globalización capitalista.

También
hemos dicho que en materia económica y social el gobierno que se instala el próximo sábado no será muy diferente del que alista maletas para salir de la Casa de Nariño, y que, por el contrario, el modelo neoliberal fundamentalista que caracterizó a Uribe encuentra en Santos a un ejecutor que lo profundizará sin ninguna duda, más allá de las diferencias de estilos, de enfoques, de énfasis, que los grandes medios de comunicación destacan para tratar de encontrar un inexistente abismo entre Uribe y Santos.

Pero no son sólo sus antecedentes en la vida pública y sus declaraciones de fidelidad los que nos llevan a afirmar que Santos será un continuador de Uribe. Son los primeros hechos de su aun no iniciado mandato, como las designaciones de quienes conformarán su equipo de gobierno, lo que confirma nuestras aseveraciones.

Para la muestra unos pocos botones: Juan Carlos
Echeverri, de quien hablamos al comienzo de esta nota, y quien no requiere mayor presentación en el mundo de las lumbreras neoliberales, será ministro de Hacienda; Mauricio Santamaría, el designado Director de Planeación Nacional, es declarado enemigo de las rentas parafiscales que pagan los empresarios para sostener programas sociales como el Instituto de Bienestar Social, el SENA y las Cajas de Subsidio Familiar; también es de quienes afirman que el salario mínimo es una traba para el desarrollo empresarial, algo así como un desestímulo para la “confianza inversionista”. Y en educación, para que no haya ninguna duda de que la “Revolución Educativa” estará a salvo en el nuevo gobierno, se ha designado no una ministra sino una gerente, María Fernanda Campo, presidenta de la Cámara de Comercio de Bogotá durante los últimos diez años y quien no puede entender la educación si no es dentro de los marcos de la “competitividad” para la “inserción exitosa” dentro del “mundo de la globalización”. Según el diario El Espectador: “María Fernanda Campo, por su parte, se limita a decir que trabajará para que la educación mejore cada día más: “Hemos hecho esfuerzos para que haya mayor vinculación en la formación que reciben los alumnos con las necesidades del sector empresarial”, lo cual la pinta de cuerpo entero y constituye un preludio de lo que será su desempeño en la cartera educativa.

A quienes no caben de la dicha por la salida de Cecilia María Vélez de este ministerio me apena aguarles la fiesta: con la nueva María tendremos peor de lo mismo.

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