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Comunicado de la OCE: "POR LOS CAMINOS DEL EMPEORAMIENTO"


Por los caminos del empeoramiento

Organización Colombiana de Estudiantes, OCE, Risaralda. Pereira, septiembre de 2010.


Recorte del número de fotocopias y en el aporte para las salidas de campo, son algunas de las consecuencias emanadas de la política irresponsable de cobertura, hija además de la desfinanciación estatal de la educación superior; asuntos que se agravaran con la pretendida reforma a la ley 30.

Además del los miles de millones que han dejado de ingresar a la UTP como causa de la desfinanciación estatal, la universidad afronta un faltante en “necesidades no contempladas dentro del presupuesto, adicionales e indispensables de funcionamiento” superior a los 4 mil millones de pesos, al tiempo que los requerimientos no satisfechos para inversión, que incluyen “dotación de laboratorios y modernización de tecnología”, son de más de $ 7.000 millones. La respuesta de las directivas en cabeza del rector Luis Enrique Arango, ha sido la de promover políticas restrictivas del gasto que afectan el bienestar estudiantil, las condiciones de contratación, remuneración y asignación de labor académica de los empleados docentes y administrativos.

En concordancia son aplicadas medidas que las directivas llaman “buena gestión administrativa y financiera para obtener recursos propios” que consisten en abrir programas como el de Zootecnia, de carácter privado, con matrículas superiores a dos millones de pesos por semestre, con lo cual sólo se ha ahondado el problema de calidad, pues los recursos son insuficientes y la infraestructura es inadecuada. Hay casos como el de que las prácticas con animales se desarrollaron en el mismo recinto de la morgue de medicina; o que la feria de Veterinaria y Zootecnia no pasa de ser un desfile de canes.

Es importante señalar que de cada 100 pesos del presupuesto, más de 40 tienen este origen, lo que significa que la universidad desvía sus propósitos académicos y, pretendiendo poner un dique al desbordado hueco presupuestal, se adentra en los avatares de conseguir los fondos que suplan la recurrente disminución de los aportes financieros de la nación.

A la vez, los Proyectos de Operación Comercial generan el 40% de los recursos propios, de ahí la intención por abrir un programa privado en medicina, vivo ejemplo de cómo las directivas optan por privatizar un bien público antes que reclamar del estado su deber constitucional de financiar la educación.

Otra consecuencia de la desfinanciación es la reducción del número de fotocopias y papel que los docentes requieren para el desarrollo de actividades en el aula como exámenes, talleres, instructivos, etc. Basta el ejemplo del departamento de matemáticas, donde el director del programa advirtió que estimando un consumo de 3 copias por cada estudiante a la semana, se necesitan 90.000 copias por mes, mientras las aprobadas no pasaban de 25.000. Cabe aclarar que luego de algunas manifestaciones de rechazo, las directivas sujetaron el acceso a un número mayor de copias en los criterios de cada decano y no a los que el docente determine en su libertad de cátedra.

No obstante existe alguna confusión sobre el tema, pues hay quienes partiendo de una buena intención por castigar un supuesto “derroche”, consideran que se debe discutir cuántas copias nos pueden reducir; pero si apelamos a que el conocimiento progresa sobre la base de que cada día existan mayores y mejores condiciones materiales para acceder a él; se entiende que la reivindicación es por pedir un aumento tomando como base la cantidad que venía manejando la universidad. Es regresiva la política del ¡quítenos, pero permítanos discutir cuánto nos van a quitar!.

Otro recorte es el aplicado en el aporte económico de la universidad para las salidas de campo de los educandos que, en programas como Administración del Medio Ambiente, pasó del 40% al 25% de sus costos. Deberían ser financiadas a plenitud como sucede en otras universidades públicas del país.

Por consiguiente la universidad marcha en vertiginoso acenso por la senda del empeoramiento. La degradación académica bordea las fronteras de la mediocridad, resultado emanado de la asfixia financiera de una política estatal que se enfoca cada vez más en ofrecer una educación pobre para una sociedad de pobres. Esa, compañeros de la UTP, es la universidad a la que asistimos.

Ante lo ocurrido el movimiento estudiantil, asediado por la deslegitimación que procura endilgarle la administración, y por la existencia de corrientes que obedecen a las insolidarias concepciones del “sálvese quien pueda”; se hace más necesario. Por ende, constituye un acto de responsabilidad y sensatez marchar al lado de quienes año tras año, aun sorteando traspiés, se han aferrado con vehemencia a sus principios para demostrar que la situación por la que atraviesa la universidad si tiene arreglo, pero que esto requiere que los estudiantes y docentes acojan procesos de estudio y organización que permitan movilizarnos de manera civil y democrática.

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