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Última proyección de películas para conmemorar el Día de la Mujer


Hola, les estamos invitando a la última proyección de la serie de películas que como conmemoración del 8 de marzo, el Cine Club D-76 y el grupo !De Pie, Mujer!, estuvimos pasando como una forma de generar discusión y reflexión en torno a algunas de las problemáticas que vive la mujer en esta sociedad. Esta vez tendremos el próximo jueves 24 de marzo a El Jinete de Ballenas, a las 6:30 p.m. en la Media Torta (junto a la biblioteca) de la UTP. Anexo les enviamos la invitación y más datos sobre la película. Queremos también compartirles una reflexión surgida a partir del film.

Esperamos puedan acompañarnos e invitar a otras personas. !De Pie, Mujer!


El jinete de ballenas o el arte sutil de la violencia

La violencia puede adquirir muchos rostros, puede aparecer de múltiples formas, puede esconderse detrás de nobles sentimientos, pero su contundencia y el sufrimiento que ocasiona son iguales o tanto más fuertes, que aquel tipo de violencia física que deja huellas bien visibles en quien las padece.

Uno de esos sentimientos nobles detrás del cual se esconde la violencia y por ello mismo cuesta tanto identificarla y en consecuencia, combatirla, es el amor. Bajo el manto o tras el velo del amor se puede ejercer un tipo de violencia que por sutil no puede verse y no queda registrado en ninguna estadística.

Esa violencia ejercida callada e imperceptiblemente es mucho más frecuente de lo que imaginamos y mucho más dolorosa de lo que se piensa. Esa violencia que generalmente es ejercida por las personas más cercanas –padres, hermanos, familiares- y en los sitios más privados - el hogar, la habitación- es una expresión más del desprecio que en la sociedad se ha creado, fortalecido y perpetuado hacia la mujer.

Considerada como objeto de posesión de los hombres y como ser inferior cuya valía se encuentra en su cuerpo no en su cerebro, la mujer ha tenido que luchar con todas las limitaciones posibles y una gran cuota de soledad, por demostrar lo contrario. A escondidas, con enormes sacrificios y muchas veces en silencio y siempre con gran dolor, muchas mujeres se han atrevido a desafiar esa caracterización de mujer como objeto de poco valor, incapaz para tomar decisiones y menos liderar proyectos o acciones.

Descalificar de entrada a una persona para ejecutar o realizar una actividad, impedirle toda posibilidad de desarrollar sus capacidades, negarle la posibilidad de aprender, cerrarle las puertas de acceso a la vida social, económica y política solo por el hecho de nacer con sexo determinado, el femenino, no deja de ser una clara manifestación de violencia, una evidente forma de agresión en contra de las mujeres por el simple hecho de serlo.

Nacer mujer en esta sociedad, es entrar con desventaja a un mundo que fabrica incesantemente todo tipo de divisiones entre los seres humanos con el propósito de ubicar por cualquier razón, en situación de mayor vulnerabilidad y necesidad a gran cantidad de personas que se convierten así en una presa fácil de mayor explotación, lo que se traduce en enormes ganancias y privilegios para unos a costa de miseria y muerte para la mayoría.

A la sombra del amor, que todo lo nubla, y bajo el pretexto de la tradición, en muchas culturas se cercena a las mujeres su capacidad intelectual, su capacidad que como ser humano poseen para aportar a la sociedad; se les niega la posibilidad de desarrollar su inteligencia y ponerla al servicio de la humanidad; se les prohíbe hacer y pensar aquello que está por fuera de las cuatro paredes de una casa; se procura mantenerlas en la ignorancia u ocupadas en asuntos menores que las aleje de las esferas donde se toman las decisiones verdaderamente importantes para el rumbo de la sociedad; se las empuja a vivir una vida superficial, limitada a los cuidados y preocupaciones más banales que no ponen en peligro el estado de privilegio del que gozan los hombres en esta cultura patriarcal en la cual ellos ejercen el poder en todos los ámbitos.

De esta manera se obliga a las mujeres a mantenerse al margen de todo lo trascendente, a limitar su comportamiento al cumplimiento de un rol social pasivo, a inutilizar su capacidad intelectual, a negarle su estatus de sujeto para dejarla relegada al de objeto y esto se convierte en la primera y mayor violencia que se ha ejercido en contra de la mujer. Forma de violencia sutil que duele y lacera aun más cuando es el manto del amor quien la cubre, cuando la mano que acaricia es la misma que niega, cuando la boca que besa es la boca que prohíbe, cuando el cuerpo que abraza es el cuerpo que bloquea, cuando de la voz que dulcifica sale la palabra que nos encadena. Frente a esta urna de cristal en la que el amor nos encierra preferimos una hecha de barrotes, así al menos podremos verla y lucharemos para escapar de ella.

Marzo 22 de 2011.

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