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Respuesta al comunicado del Rector



¿Los principios sí cambian?

Qué absurda manera de justificar las actuaciones poco éticas.

Recuerdo que hace algunos años, no los suficientes para darle paso al olvido, existía algo que hoy día parece fantasía: el Estado subsidiaba el transporte público. Circulaban por las calles de las ciudades buses urbanos cuyo funcionamiento, mantenimiento y demás cuestiones eran asunto del gobierno. A los servicios públicos también los subsidiaba el Estado, por esto las facturas de luz y agua (en ese tiempo no había gas domiciliario) eran mucho menos costosas que hoy día. Los combustibles también tenían subsidio del gobierno. Paso a paso, so pretexto la optimización del funcionamiento del Estado, todos estos beneficios se han eliminado. Y A PESAR DE TODO, el Estado, hoy por hoy, sigue siendo igual de ineficiente que hace algunos años. ¿Cuál es el criterio para determinar esto?

Sencillo, basta con examinar el objetivo del Estado: proporcionar los elementos para que los ciudadanos del país puedan ser felices. Esto se puede reducir, toscamente, a algunos fundamentos: alimentación, salud, vivienda, educación, diversión, por mencionar los vitales. ¿Cómo dice usted? ¿Se debe renunciar a la alimentación para tener salud? O dígame ¿cuáles derechos fundamentales son negociables? ¿Cumple el Estado proporcionando estos elementos?

Entonces usted no puede argumentar que el cambio es necesario, menos aún cuando ese cambio no beneficia a la población.

Usted está confundiendo las palabras, principio es diferente de logro. Sin embargo en su caso, los principios personales si cambiaron, aunque la ética siga siendo la ética. Esa relativización de la que hace uso es propia de las personas que cambian de bando ideológico como cambiar de camisa.

Quiero hacerle una pregunta: ¿sale de su bolsillo la nómina que justamente devengamos los profesores transitorios? Porque parece que cada político pensara que el dinero del Estado fuera de su propiedad, cuando la verdad es que ese dinero sale del bolsillo de cada ciudadano. Su misión, como funcionario público, es hacer que el dinero del Estado (ES DECIR DE TODOS) sea invertido de manera justa para proporcionar el fundamento de su competencia (LA EDUCACIÓN) al tiempo que las personas que facilitamos ese fundamento con nuestro trabajo seamos bien remunerados.

Por seres como usted que, cegados por un efímero acceso al poder, no miran, no miden las consecuencias a largo plazo de sus actuaciones, la sociedad va en decadencia. Ahora, para terminar dígame: ¿a qué más debo renunciar?

O mejor ¿por qué no renuncia usted?


Jorge Eduardo Ossa Sánchez

Profesor Transitorio

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