Publicado por Comisión de Medios UTP | 1 comentarios

Contra la corriente

Lo correcto no es siempre popular

y lo popular no es siempre correcto.

Anónimo

Nadie discute en la actualidad la necesidad de un Paro Indefinido por parte de las universidades públicas colombianas. Es un consenso en la comunidad universitaria a nivel nacional que la Nueva Ley de Educación Superior que el Gobierno Santos pretende someter a trámite en el Congreso de la República es sumamente nociva para la educación superior presente y futura y que incluso puede llegar a afectar gravemente a las universidades privadas. Porque lo que está en juego en este momento no es solamente la financiación de las instituciones universitarias, sino su carácter mismo de actores conscientes en el debate sobre la realidad social colombiana, mucho más allá de los criterios empresariales y mercantilistas que se les pretende imponer y que se incorporan en la Nueva Ley.

Es por eso que no basta con que se haya retirado del articulado del proyecto el punto relacionado con la creación de entidades educativas con ánimo de lucro, puesto que, en su conjunto, dicho proyecto pretende cambiar la disposición general de los recursos y talentos que alberga la comunidad universitaria para ponerlos a favor de los intereses de grupos empresariales y monopolios extranjeros que se acercan a nuestro país con ojos codiciosos a través del TLC y otros pactos comerciales que no buscan más que enriquecer a unos pocos a costa del trabajo y esfuerzo de otros muchos, los más pobres y marginados de Colombia.

Frente a estas convicciones la Reacción quiere asustarnos con el fantasma de la cancelación del semestre. Muchos estudiantes y sus familias temen perder el tiempo y dinero invertidos en este período académico y por tanto se quedan vacilantes cuando se les plantea la necesidad de salir a defender la educación pública mediante el Paro Indefinido. A estas personas cabría preguntarles: ¿de qué nos sirve que no cancelen el semestre pero que a continuación la universidad, tal y como la conocemos, desaparezca? ¿Acaso no pensamos en la educación de los que vienen detrás de nosotros, a quienes seguramente les tocará estudiar en unas condiciones muchísimo más duras que las actuales, a menos que esta generación se movilice y defienda lo que es suyo por derecho?

Ahora bien, cuando un pueblo decide salir a luchar para defender en las calles lo que le pertenece, debe organizarse, a fin de que su protesta no se vea truncada en el fragor de la batalla con los explotadores. Debe mirar hacia sí mismo y calcular el momento y recursos de que dispone, para poder desplegar correctamente su táctica y estrategia. En otras palabras, debe estudiar no solamente las condiciones subjetivas de la lucha, sino también las objetivas, si es que pretende hacer algo más que producir una revuelta que termine ahogada a sangre y fuego, como ocurrió el 9 de abril de 1948. Esto requiere pensar con cabeza fría y tener las cifras a la mano. Podríamos plantear la pregunta: ¿cuáles son las condiciones actuales de movilización de las universidades públicas? La respuesta se puede desprender del último encuentro a nivel nacional, en el que:

1. De más de 30 universidades públicas que hay en el país, solo asistieron delegados de las asambleas de 10 universidades.

2. De esas 10 tan sólo 6 manifiestan que hay algún “ambiente de paro” o que están dispuestas a entrar a Paro inmediatamente.

3. De esas 6 tan sólo 1 está claramente en anormalidad académica, la Universidad de Antioquia.

Ante este panorama, algunos plantean que son en realidad “algunas organizaciones” las que en realidad no quieren parar ya, mientras que el conjunto del estudiantado a nivel nacional sí quiere Paro, y que el problema se resuelve yendo universidad por universidad para convencer a los compañeros de las demás universidades de que se requiere iniciar el Paro Nacional ahora mismo y no después.

Este razonamiento tiene dos fallas fundamentales: la primera es que pretende introducir una falsa división entre estudiantes “organizados” e “independientes”, culpando a los primeros del atraso en que se encuentra la lucha estudiantil y revolucionaria en Colombia. Ante esto cabe preguntar: ¿es que quienes están dentro de una organización política o gremial dejan por ello automáticamente de ser estudiantes universitarios? ¿No es precisamente su calidad de estudiantes la que les llevó a organizarse alrededor de intereses comunes? ¿Acaso quienes se autodenominan “independientes” no responden a una organización determinada, aunque dicha organización exista sin nombre o rótulo oficial? ¿Es su trabajo por casualidad producto del espontaneísmo o de la dirección consciente?

La segunda falla cae dentro de lo que algunos importantes teóricos han llamado “infantilismo de izquierda”. Consiste, en este caso concreto, en creer que, en plena globalización capitalista, 10 o 15 delegados de una universidad de provincia puedan convencer al estudiantado de las demás universidades de la necesidad de entrar a Paro ya, sin tener en cuenta el nivel de cualificación ideológica y política de los estudiantes y líderes estudiantiles de centros académicos como la Universidad Nacional sede Bogotá, la Universidad Distrital o la Universidad Pedagógica, quienes tienen una posición distinta, pero no contraria, frente al Paro Nacional Universitario. Eso, sin contar con los de las universidades privadas, quienes también se ven afectados con la Nueva Ley de Educación Superior.

En este orden de ideas, es preocupante el desgaste político que pueda sufrir el estudiantado de la UTP hasta el momento en que las demás universidades se nos unan en una actitud de movilización nacional, lo cual probablemente ocurra entre principios y mediados de octubre. Ello implicaría asumir todo el peso del Paro durante al menos 1 mes, solos, mientras los estudiantes de los demás centros académicos se articulan de manera suficiente (tampoco hay que esperar hasta que el último estudiante se decida a hacerlo) para llevar a cabo una lucha que realmente le aseste un duro golpe al Gobierno Nacional en sus pretensiones de convertir la educación en una mercancía.

Finalmente, se ha señalado la marcha del 7 de septiembre, que contó con una participación de entre 8.000 y 10.000 personas, como un indicador de las condiciones y el nivel de movilización de la UTP. Al respecto cabe anotar que, si bien esa marcha fue un éxito multitudinario, es necesario tomar en consideración los factores nacionales mencionados anteriormente. Es necesario evitar a toda costa que se repita lo del Paro del 2008, cuando, por no haber quienes sostuvieran efectivamente el Paro hasta el final, terminamos pidiéndole garantías académicas a la Administración y a eso se redujo la lucha, en una victoria pírrica de la que apenas comienza a recuperarse el movimiento estudiantil, todo por no entender que los problemas nacionales no se resuelven únicamente con acciones locales.

ANÓNIMO

1 comentario:

  1. De acuerdo, es más, se debería esperar a que el resto de las universidades decidan entrar en paro para acompañarlas; de lo contrario se corre el riesgo de llegar tarde a la lucha o simplemente cansados. Hay que levantar el paro y mantener activos todos los espacios posibles de reflexión, crítica y propuesta.

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